En una charla pública, mientras I Acevedo hablaba, alguien interrumpió para pedirle que sea breve. Acevedo se disgustó, y siguió hablando. Pero pareciera que ese disgusto hubiera disparado este libro: por qué necesita tiempo, por qué no se puede abreviar a una escritora que elige contar sus emociones y el para quién de su escritura. Para responder todo eso, Acevedo hace lo que se le canta; como en la vida, en la literatura. Tomó la tradición y con ella enhebró un aguja para coser su futuro, y con una libertad admirable escribió este libro de amor, sobre el amor, textos antes enunciados en público que reivindican su deseo y su forma de amar y que enaltecen la importancia de escribir sobre los sentimientos. Una reflexión lúcida, necesaria y valiente sobre una época, sobre la literatura y sobre todo eso que hace latir un corazón.