Como si de las distintas etapas de la metamorfosis de una mariposa se tratase, Andrea Salgado gesta un nuevo tipo textual en el que consigue articular tres estados narrativos diferentes
Con un tono onírico y elementos de lo fantástico crea una atmósfera surrealista, en la que un cuerpo se encuentra prisionero en tanto no ha podido transformar en perla a su razón. Luego a través de escenas breves y realistas de la vida de una niña de un pueblo cafetero va revelando su descubrimiento del mundo y de sí misma mientras se transforma en una joven que desea con intensidad pero que no quiere vivir el amor tal como el mundo se lo plantea. Y como si se tratara de un ensayo literario sobre el instinto vegetal, toma la figura del recolector y la manzana de un poema de Safo para contar como una mujer dibuja los sueños de diversos árboles.
Cada una de estas instancias literarias parece nacer y concluir para transformarse luego en algo distinto y transitar diversas aristas de la identidad latinoamericana. Aquí se narra como una forma de participar en la construcción de una identidad colectiva y de sus géneros, del amor como una suma de todos los amores, del padre y de la madre, de la violencia, de la muerte, de la urgencia de hacer un duelo y de romper el silencio.
