La palabra ecofeminismo, durante mucho tiempo poco conocida, suscita ahora un gran interés. Es también objeto de críticas: las feministas temen que asocie a las mujeres y la naturaleza, con el riesgo de esencialismo que conlleva; además, algunos ecologistas no ven por qué las mujeres deberían preocuparse más por la ecología, que es cosa de todos.
Podemos hablar de ecofeminismo allí donde confluyen las luchas ecologistas y las luchas de las mujeres, en casi todo el mundo. Estos movimientos son tan diversos que es imposible atribuirles una doctrina única. Pero no son fruto de la casualidad: son una respuesta a la doble opresión que sufren las mujeres y la naturaleza.
Investigar estos movimientos significa estudiar el marco cultural e histórico de esta doble opresión. Los tres ámbitos implicados son el natural, el social y el político. Hacer de la asociación positiva de las mujeres con la naturaleza un objeto de reivindicación y de lucha política está en el centro de todas las formas de ecofeminismo.